EL MONSTRUO MISTERIOSO Y EL GENIO

Elvis es un apuesto joven que vive junto a su esposa e hija en la pintoresca ciudad del amor.
Este joven trabaja desde las 8 de la mañana en la institución educativa “JMA” por las tardes juega futbol con unos amigos.
En una oscura noche su pueblo recibe una fuerte tormenta, los vientos silababan sobre los tejados de las casas y al igual que otros el joven Elvis tuvo que refugiarse temprano en su hogar.
Elvis se puso a leer para sentirse activo. Se encontraba solo en casa todos se habían marchado, las descargas eléctricas de la fuerte tormenta habían dañado la energía eléctrica y Elvis se alumbraba con un mechero.
De pronto las ventanas se abrieron con los fuertes vientos y se le presentó un felino tigre. Al principio Elvis se alegro con la presencia del intruso, pero grande fue su sorpresa cuando el felino comenzó a tomar formas extrañas hasta convertirse en un monstruo que solo Elvis había visto en televisión.
El misterioso intruso empezó amenazarlo… que tenia ordenes de matarle. Ante esta situación desesperarte la joven Elvis comenzó a suplicarle piedad y le dijo si existía alguna forma de salvarse entonces el misterioso intruso le dijo tienes una hora de plazo para que resuelvas un problema y si aciertas no morirás.
Quiero que me digas como tres vacas pueden comer tres cañas de azúcar pero cada una dos puntas a la vez.
También le dijo el monstruo que ya había matado en semanas anteriores a otros jóvenes de la ciudad del amor que no habían resuelto el problema en una hora.
La joven desesperado se sentó y se puso a pensar aunque sus ideas no concordaban con el problema empezó a reír. El monstro se alejo y replico a gran voz no podrás escapar hasta que resuelvas el problema. Elvis busco un lápiz y diseño un triangulo poniendo a cada lado una vaca y pues ya estaba resuelto el problema.
Pasada la hora la persona extraña no apareció Elvis muy asustado fue a descansar y estando en un sueño profundo apareció el misterioso animal diciéndole vivirás muchos años y de un impulso el joven despertó.

Por: Elvis Mejía Burga